DISPONIBLES O DISTRAÍDOS. 29/09/2013
Introducción. Las cosas que hacemos con
cariño y con delicadeza nos implican la concentración de todas nuestras mejores
energías, y de los más sinceros esfuerzos. Pero la satisfacción que nos da
poderlas compartir con los demás, y que
les ayude, y que les guste, es la confirmación de que estamos hechos para la
comunicación y para la entrega. Cuando no damos lo mejor de nosotros, reservando
y ahorrando nuestro amor y nuestra
dedicación y pasamos por los días, por las actividades y por la personas de
paso, sin ponerlo todo, también sentimos el dolor y la tristeza que nos deja la
mediocridad.
"
Siempre os he enseñado que es trabajando como se debe socorrer a los
necesitados, recordando las palabras del Señor Jesús, que dijo: Hay más alegría
en dar que en recibir". Hch 20,35.
En
muy poco tiempo he sido testigo privilegiado de como las personas, las
familias, las comunidades, cuando se implican en un proyecto, y lo hacen suyo, e
invierten cada uno lo mejor que tienen, sale como resultado un evento del que
sinceramente nos sentimos dichosos de participar y de estar presentes. He
celebrado bodas donde todos los invitados tenían un vinculo especial con los
novios y se han prestado a participar de la dinámica de la boda como algo
propio. Y es espectacular la alegría con la que se vive y se recuerda ese momento.
Igual que el sábado pasado estuve en unas bodas de plata y uno reconoce el
detalle y el cuidado que toda la familia puso en cada acorde, en cada nota, en
cada pequeño detalle, que cuando se suman logran como resultado final la admiración
y la alegría. Es cierto que junto a los momentos de especial intensidad y de
especial cuidado, también vivimos espacios de nuestra vida en la distracción,
en la superficialidad, en la mirada caprichosa y ausente. Pero en nuestro
camino de fe que vamos recorriendo juntos, siento que el tiempo se aprovecha
mucho más cuando lo vivimos exigidos, a tope, con intensidad y urgencia, que
cuando nos sobra mucho tiempo, y lo malgastamos y lo perdemos. Por eso tenemos
que pedirle al dueño de la viña que nos contrate, que nos llame a poder
colaborar activamente en el mayor número posible de actividades y de proyectos.
Que nos pille la vida con las manos y el tiempo ocupados.
Lo que Dios nos dice. "Porque
al que tiene se le dará y tendrá de sobra, y al que no tiene, se le quitará
hasta lo que tiene. Por eso les hablo en parábolas, porque miran sin ver y
escuchan sin oír ni entender. Así se cumple en ellos la profecía de Isaías:
"Oiréis con los oídos sin entender; miraréis con los ojos sin ver; porque
está embotado el corazón de este pueblo, son duros de oído, han cerrado los
ojos; para no ver con los ojos, ni oír con los oídos, ni entender con el
corazón, ni convertirse para que yo los cure". Pero bienaventurados vuestros
ojos porque ven y vuestros oídos porque oyen. En verdad os digo que muchos
profetas y justos desearon ver lo que veis y no lo vieron, y oír lo que oís y
no lo oyeron". Mt 13,12-17.
Al
que tiene ganas de trabajar, de implicarse, de servir, siempre se le renuevan
las fuerzas, la ilusión y la creatividad. Los problemas dejan paso a las
oportunidades, y la vida se convierte en una apasionante aventura compartida,
en la que continuamente se le presentan ofertas para amar.
"No
os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea de medida humana. Dios es fiel,
y él no permitirá que seáis tentados por encima de vuestras fuerzas, sino que
con la tentación hará que encontréis también el modo de poder soportarla".
1ª Cor 10, 13.
Al
que vive centrado en sí mismo, al que se queja, y reivindica situaciones
especiales en su vida, más valoración y más reconocimiento, nunca le parecen
suficientes las ocasiones para darse y poco a poco se le van quitando las
oportunidades para compartir. Peligra su capacidad de desarrollarse como
persona. Se le pueden atrofiar los sentidos de la compasión y de la
misericordia si no los practica. Nunca es tarde para inaugurar esa preciosa
capacidad que Dios nos ha regalado de crear, de aportar de sumar.
"Pues
el reino de los cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a
contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario
por jornada, los mandó a la viña. Salió otra vez a media mañana, vio a otros
que estaban en la plaza sin trabajo y les dijo: "Id también vosotros a mi
viña y os pagaré lo debido". Ellos fueron. Salió de nuevo hacia mediodía y
a media tarde, e hizo lo mismo. Salió al caer la tarde y encontró otros
parados, y les dijo: "¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?".
Le respondieron: "Nadie nos ha contratado". El les dijo: "Id
también vosotros a mi viña". Cuando oscureció, el dueño dijo al capataz:
"Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y
acabando por los primeros. Vinieron los del atardecer y recibieron un denario
cada uno". Mt 20, 1-9.
Cómo podemos vivirlo. El Señor es
compasivo, misericordioso y no quiere llevar su obra de salvación sin contar
con nosotros. Es como esos padres que prefieren involucrar a sus hijos en las
tareas del hogar, y sacrifican la rapidez y la
eficacia, por el placer y la alegría de hacer las tareas al lado, codo
con codo, viendo disfrutar a sus hijos. El Dios todopoderoso no nos necesita a
nosotros para nada. Pero nos llama, nos contrata, porque disfruta de ver como
desplegamos y hacemos crecer las capacidades que Él mismo nos ha regalado. No queda más respuesta
que el agradecimiento sincero y gozoso de quien se sabe participe y
protagonista de esta maravillosa historia de salvación.
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